sábado, 20 de marzo de 2010

Estado Neutral 1: El apagón de la Credibilidad

El apagón de la credibilidad
Este fin de semana nos fuimos a negro. No sólo por el blackout que estremeció desde Atacama a Chiloé, sino por la más clara muestra de inestabilidad nacional. Otro golpe bajo no sólo para el gobierno de turno, sino a la veracidad de las últimamente tan criticadas y renombradas fuerzas públicas.
El inicio de la catástrofe se sintió con potencia en la nación. Las repercusiones físicas no lo eran todo, sino la furia con la que azotó el terremoto a los previamente desconocidos entes de gobierno. Precisamente, las contradicciones entre el SHOA y la ONEMI fue lo que gatilló el caos y provocó cientos de muertos en la zona centro sur de Chile. Horas más tarde, el NOAA salió a la palestra. Como una bofetada al producto chileno, logró la decepción de millones de espectadores, que una y otra vez contemplaban atónitos como el avance tecnológico estadounidense se apropiaba de la ansiada eficacia nacional. Con datos certeros fue el canal por el que confiamos.
Sucesos como el error en la cifra de fallecidos y la renuncia de Carmen Fernández a la Oficina Nacional de Emergencias, dejó damnificados en la Concertación. Se creía que la llegada de Sebastián Piñera calmaría las aguas, que sería el precursor de la reconstrucción de Chile y con su tan particular ‘mano dura’ los problemas estarían solucionados. Mientras dábamos los primeros pasos de normalidad, un apagón se apropió del domingo por la noche. Una vez más el pánico reinaba en los hogares chilenos y ahora era el nuevo gobierno quien no tenía una respuesta concreta.
Chile se jacta de su desarrollo en comparación con sus vecinos, sin embargo, los jaguares de Latinoamérica no pudieron siquiera establecer las comunicaciones dentro de un país de 15 millones de habitantes. Los saqueos fueron el más vivo racconto del ’73, en el que los militares se adueñaron de las calles penquistas. La desgracia estaba en la casa de al lado. Era tal el caos vivido por las víctimas que muchos vínculos sociales se quebrantaron ante la supervivencia. Un hipermercado arrebatado por la desesperación. El terremoto parecía cambiar los hábitos alimenticios de la gente. Mientras unos saqueaban harina otros lavadoras, unos leches y otros plasmas. Ante la atónita mirada de Amaro Gómez Pablos, la prensa capitalina olvidaba su propia cuidad. Inmobiliarias corrían ante la furia de propietarios desalojados, el golpe más bajo a la clase media.
Con tales réplicas nadie da abasto. La Coalición de las fuerzas públicas y la prensa, junto a la Alianza del gobierno con la histeria colectiva, fueron los responsables del temor sembrado en la población. La desconfianza estremecía a toda una nación. De este modo, sin sistemas de gobierno efectivos ni organizaciones comprometidas que eviten un apagón… ¿estaremos a salvo de futuros movimientos?